sábado, 7 de junio de 2008

entrevista a Diana Bellesi


Viernes, 6 de Junio de 2008



Furia y resentimiento
Huir del pueblo a los trece años, llevar un libro del Che bajo el brazo, caer seducida por las militantes feministas americanas, iniciar una amistad con Ursula Le Guin con unos capullitos de plátano, son algunos de los pasos que ha dado –y no en falso– la poeta Diana Bellessi para llegar a ser quien es. Este año la editorial Adriana Hidalgo reedita su Obra Reunida, que incluye el famoso y agotadísimo Eroica.



Por Leonor Silvestri
Foto Juana Ghersa

¿Cómo comienza tu emigrar en busca de tu individualidad?

A los trece años salí por primera vez de mi pueblo, Zavalla, a una ciudad vecina, porque en el pueblo no había secundaria. Luego vinieron los años de pensiones en Rosario, mientras estudiaba en la universidad. Las pequeñas geografías de los pueblitos se vuelven asfixiantes como un corse, sobre todo para una joven rebelde. Es difícil sobrevivir allí si no estás atada a los modelos más tradicionales. Durante el onganiato cargué la mochila y me fui, primero a Chile, donde se vivía la efervescencia previa a que el Frente Popular ganara las elecciones. Más tarde seguí mi viaje por Latinoamérica.

¿Por qué Latinoamérica?
—Soy de una generación que creció con el concepto de la patria grande. En aquel momento, lo mejor de viajar era no saber qué iba a suceder o cuánto iba a durar tu viaje; el mío duró seis años. Volví un año y medio antes del golpe del ’76 y me instalé en Buenos Aires, una ciudad de la que ya estaba enamorada. Luego las cosas se pusieron tan duras que me fui al Delta del Paraná, en circunstancias históricas terribles, que todos conocemos. No quería irme del país porque había pasado mucho tiempo fuera de él. A pesar de que en las islas no estaba ausente el terror de la represión, encontré un hogar: estarme quieta en contacto con la naturaleza fue reparador, fue como volver al campo, volver simbólicamente a la infancia. Siento que mi vida ha sido un constante irse y retornar, nunca al mismo lugar, pero siempre en un intento de volver a entramar pasado y presente.

¿Quiénes te formaron en la poesía?
—Cuando era joven, los talleres literarios no eran frecuentes, se estudiaba de manera informal. En este contexto tuve algunos maestros; el poeta Aldo Oliva, por ejemplo, fue muy importante para mí; más tarde, Alejandra Pizarnik y Miguel Angel Bustos. En un momento posterior fue significativa la influencia de Barbara Deming, una feminista y luchadora social norteamericana, cuyos ensayos me resultaron iluminadores; de igual modo lo fueron Ursula Le Guin y Griselda Gambaro.

¿Tenés noción de que sos hoy una de las grandes formadoras de poetas de este país?
—No. Lo que tengo es conciencia de que gente más joven de edad o más joven en la escritura ha establecido en muchas circunstancias un diálogo conmigo, que ha progresado hacia un diálogo de pares. Si hay un momento transferencial en el que yo ocupe un lugar de maestra, esto paulatinamente se transforma en una relación entre autores que crecemos juntos.

Es famosa tu amistad con la muy admirada Ursula K. Le Guin. ¿Cómo se conocieron?

—De uno de mis viajes a Estados Unidos me traje un pequeño libro con sus poemas publicado por Capra Press, una editorial independiente de California. Fue lo primero que leí de Ursula. Al poco tiempo descubrí, en las librerías de Buenos Aires, sus ficciones publicadas por la editorial Minotauro. Fue entonces que compré El nombre del mundo es bosque, y en cuanto leí la novela, morí por ella. Me atrapó su prosa, los mundos que construye y la dimensión ética de los personajes que viven en ellos; otros mundos que, como diría Eluard, siempre están en éste. A partir de allí seguí leyendo todos los libros de Ursula que pude conseguir. Lo que me pasó como lectora fue devastadoramente hermoso. El nombre del mundo es bosque, una metáfora de la guerra de Vietnam, transcurría en una selva que por momentos se parecía al monte del Delta del Paraná, donde yo vivía. Estaba tan conmovida por la lectura que durante la primavera en la isla, cuando a los plátanos se les caen unos capullitos dorados, junté un puñado, los puse en una cajita, escribí dos frases y lo mandé a Capra Press —en cuya mediación yo confiaba por tratarse de una pequeña editorial de poesía—, con la esperanza de que se la reenviaran a Ursula. Así lo hicieron y a los quince días tuve una respuesta de ella, que me mandaba unas hierbas aromáticas del desierto de Oregon y unas palabritas. A partir de ahí iniciamos una correspondencia constante y apasionada que se ha sostenido por mucho tiempo. Más tarde nos tradujimos mutuamente y, poco después, nos encontramos en Estados Unidos. Siempre sigo esperando los nuevos libros de Ursula, y el vínculo personal con ella nunca opacó mi pasión por su escritura.

Sos considerada una poeta política, especialmente dentro del feminismo. ¿Cómo llegaste ahí?

A los catorce años llevaba La guerra de guerrillas del Che debajo del brazo. Luego, en la universidad formé parte del Malena, el Movimiento de Liberación Nacional, y más tarde me acerqué al trotskismo. Por otro lado, en aquella primera estadía neoyorquina me topé con las feministas norteamericanas de la década del ’70, que venían de las luchas por los derechos civiles de las minorías y también se habían levantado contra la guerra de Vietnam. En este contexto, las feministas y las feministas lesbianas produjeron un gran impacto en mi vida. Recuerdo la primera vez que vi a un grupo de mujeres preciosas que repartían folletos en una placita de Manhattan y llevaban en sus boinas botones que decían Lesbian Ignite. Por entonces trabajaba en una fábrica metalúrgica del sur del Bronx, y me enseñaba inglés a mí misma leyendo a las poetas norteamericanas contemporáneas, al mismo tiempo que intentaba descifrar una columna del periódico Village Voice, escrita por Gilles Johnston, que se llamaba “Lesbian Nation”. Aunque todos estos orígenes son importantes para mí y han construido mucho de lo que soy, el más fuerte de todos ellos es mi propio origen de clase, el motor creador de esta identificación y también la furia del resentimiento siempre reaparecen.

¿Y el feminismo hoy en tu vida?
—Algunas pensábamos que la única forma era cambiar por completo la sociedad; otras, que se debía mejorar el mundo en el que vivís mientras luchás por uno diferente, y ambas posturas me parecen legítimas. Exigir el derecho al aborto, por ejemplo, o el derecho a establecer relaciones afectivas con quien te dé la gana, sin que tu pareja quede privada de cosas tales como las coberturas sindicales de salud, o el derecho de herencia, entre muchas otras que todos conocemos. Pero, aun obteniendo estos derechos dentro de una sociedad clasista, no se podrá salir de la trampa de que la bonanza de una minoría se asiente en la opresión y la desgracia de una mayoría económicamente desposeída.

¿Notás algún avance en el reconocimiento de las relaciones entre mujeres?

Cuando terminé el primario, mi mamá me preguntó qué quería hacer y yo le dije: “Quiero ser actriz y escritora”. Mi mamá respondió: “Eso no es para nosotros, hija —para nuestra clase social quería decir—. Pero le voy a preguntar a la maestra”. Así logré llegar a la escuela secundaria —estatal y gratuita, un derecho conseguido— y convertirme en escritora. Pero no sé qué hubiera pasado si le hubiese dicho a mi mamá: “Quiero ser lesbiana”. Aunque quede mucho por conseguir, esas luchas específicas de las que hablamos antes han achicado la pesadilla, habilitando nuevas formas de derecho a las subjetividades heridas.

¿Por qué suponés que el lesbianismo es más visible en la poesía argentina?—Creo que hay en general una mayor visibilidad de las lesbianas, por supuesto no sólo entre las poetas. Y no dudo que esto es posible por esas mismas luchas que venimos mencionando. Ya no es tan terrible que una chica se enamore de otra chica, al menos en ciertos espacios urbanos y ciertas clases sociales. Pero el haber experimentado la prohibición, de la que hoy muchas mujeres están en tránsito de liberarse por el proceso de politización que permite desarticularla, puede haber facilitado —aunque esto suene también un poco reduccionista— cierta fuerza creadora que ahora es vista en diferentes ámbitos sociales y no sólo en el de la poesía.

¿Coincidís con el término “literatura de género”, donde se engloba la producción de poetas lesbianas, entre otras?—No. ¿Habría acaso una categoría de autores llamados “heterosexuales clásicos” que producirían literatura, y todos los demás, literatura de género? Grandes poetas que se enuncian públicamente como lesbianas o en cuya poesía, entre otros muchos asuntos, incluyen también el enunciado de su deseo hacia otra mujer, son encerradas en una categoría demasiado estrecha. Muchas salimos en su momento a la pesca de la diferencia y quizás alguna observación escrita al respecto tenga su valor, pero construir cajitas y etiquetas le abre la puerta al peligro de los esencialismos a los que se intenta desarmar. Toda hermenéutica que se proponga reducir el sentido de una obra a ciertos elementos de la biografía del autor es siempre peligrosa.

¿Cómo te llevás con el mote de poeta lesbiana?
—No sabía que tenía ese mote. Me llevo mal como con cualquier otro rótulo, es una encerrona, pareciera que todo lo que se produce quedara confinado dentro de esa cuadrícula, y lo cierto es que en la poesía somos convocadas a tratar muchos otros asuntos también propios de la condición humana. Pero me llevaría mal también con otros motes: si dijeran Bellessi, “la poeta campesina”, igual me parecería reductor.


lunes, 31 de marzo de 2008

Safo

fragmento 31

Aquel me parece ser igual a los dioses, el hombre, sentado frente a vos te escucha de cerca cuando le hablas dulcemente y con placer te ríes. Eso hizo aletear mi corazón en mi pecho. Pues tan pronto como hacia vos miro apenas, entonces ya no es posible que emita sonido alguno. La lengua estalla en pedazos silenciosamente y un fuego suave subrepticio por debajo de mi piel corre. Nada veo con los ojos y los oídos me zumban, un sudor frío se apodera de mí y un temblor me captura entera, estoy más verde que la hiedra, parece que falta apenas un poco para que yo muera. Todo es posible de sobrellevar,...













fragmento 16

Algunos dicen que un ejército de jinetes
es lo más hermoso sobre la tierra negra,
otros uno de infantería, o de naves,
pero yo digo que lo más hermoso es
aquello de lo que una está enamorado.
Es muy fácil hacer que todos comprendan esto
Helena, destacándose por su belleza,
después de abandonar a su esposo,
el mejor de todos, se fue navegando hacia Troya.
Y no se acordó de su hija ni de sus queridos padres
en absoluto, sino (alguien) la llevo...

Ahora recuerdo a Anactoria que no estaba presente...
Yo quisiera ver su amable paso
y el resplandor radiante de su rostro
más que los carros de los lidios
y los soldados de infantería con armas pesadas.

Sulpicia

Sulpicia
Traducción, notas y re-escritura de Leonor Silvestri. leonorsilvestri@yahoo.com

13
¡Al fin llegó Amor! Y llegó con tal fuerza que me da más vergüenza haberlo ocultado que haberlo mostrado. Convocada por mis poemas, Citerea, lo trajo y lo dejó dentro mi falda. Cumplió con su promesa Venus: ¡qué narre mis goces quién no haya tenido los propios!
Hubiera yo querido no enviar nada sino en escritos sellados, para que nadie me los lea antes que aquél que es mío, pero me alegra haber cometido esa falta. Me da asco componer mi rostro por el que dirán. Se dirá de mí que digna estuve con un varón digno.

17
¿Acaso no tenés una honesta preocupación por tu muchacha, Cerinto, puesto que ahora el ardor atormenta mi cuerpo herido? No quisiera vencer esta implacable enfermedad sino vos tampoco lo querés. Pero de qué me sirve vencer esta enfermedad, si vos podés soportar mis males con corazón insensible.

18
¿Acaso yo no te soy, luz de mi alma, ardiente pasión como creo que hace pocos días lo había sido? Si alguna vez en toda mi vida cometí una estupidez de la que confiese haberme arrepentido más es de haberte dejado solo anoche para disimular mi propio ardor.

El llamado Ciclo de Sulpicia ha llegado hasta nuestros días en el corpus de poemas del poeta elegíaco Tibulo (siglo a.C) , más exactamente forma parte del libro III de este poeta, y consta de un grupo de poemas (13 al 18) a modo de epístolas literarias breves o epistulae amatoriae. Estos poemas, que son los únicos conservados de una escritura poética de mujer en Roma, se encuentran colocados en Corpus Tibullianum, donde también se encuentran otros 4 poemas (8-12), cuyo autor/autora no conocemos, y que la tienen a Sulpicia como tema y personaje principal. Se supone que el Corpus Tibullianum fue publicado a partir de los “archivos” de Mesala, uno de los grandes mecenas de la antigüedad, como una especie de memorias de la producción de los poetas que tenía a su cargo donde se compilaron los poemas de su poeta más prestigioso, junto a otros poetas. Sulpicia ha sido perfectamente identificada como la hija de Servio Sulpicio Rufo y de Valeria, hermana de Mesala Corvino. Huérfana de padre, su tío, Mesala, fue su tutor, lo que aparentemente le permitió cierta emancipación ligada a la holgura de su condición social sumado al hecho de que estaba en el epicentro de la creación literaria de su momento. Sulpicia presenta otra característica interesante que ha hecho y sigue haciendo confundir las bases teóricas para el análisis de su obra, a saber: la aparición de su firma, “Sulpicia”, de su momento autobiográfico, y la de su amado, “Cerinthus”, al estilo de los elegíacos. ¿Pero se puede considerar la poesía de Sulpicia como autobiográfica? Además su falta de afectación, la sencillez de su estilo y el carácter arcaizante de su lenguaje han hecho que se compare este reducido, pero exquisito corpus, casi desconocido por el público general, con estilo del gran maestro y antecesor de los elegíacos, Catulo, comparación que le juega en contra para discernir está cuestión autobiográfica. Sulpicia pierde en general las características propias del género literario al que pertenece (elegía latina) porque suele ser sacada de ese grupo puesto que es considerada, el mejor de los casos, una autora “menor”.


Sulpicia

¡Al fin llegaste Amor!

Llegaste con tal intensidad que me es más vergonzoso negarte que afirmarme.
Fingir que nada ocurre.
Me alegra haber cometido esta falta
Revelarlo y gritarlo
Qué los vecinos sepan

Conmovida por mis promesas, te apoyó amor contra mi vientre.
Cumplió con su palabra amor te atrajo hacia mí

No, no quiero confiar esto a la estúpida intimidad de mis notas
¡La que no tenga su historia que narre la mía!

Me da asco componer mi rostro por el que dirán.
Qué se diga entonces: DIGNA DE VOS ESTUVE CON VOS DIGNA.

lunes, 10 de marzo de 2008

hybris


En el diccionario Espasa Calpe figura híbrido: del lat. hybrida. Y en el diccionario de latín Sopena figura hybrida: del griego hybris (ύβρις).

Y de paso, algo que encontré navegando en la web. Es sobre una novela de Pérez-Reverte, pero el autor habla sobre el tema y me pareció que ampliaba lo q el diccionario dice. Aquí lo dejo:

"(...) lo que se vislumbra en la novela de Pérez-Reverte es que estamos condenados a destrozarnos por lo que los griegos llamaban ύβρις (hibris, hybris o hubris), esa arrogancia o soberbia humana, una presunción desmesurada que implica, desde esa perspectiva clásica, una falta de consideración o un desprecio impíos por los límites que rigen la acción humana en un universo equilibrado, que constituye una injuria a ––porque contraviene–– las leyes de la naturaleza, la ética o las leyes divinas, y desemboca en el castigo del hombre por parte de los dioses, su némesis (νέμεση). En el Pintor la afrenta radica en gran medida en creernoslas ficciones acerca de nuestra naturaleza y del mundo que nos rodea que nosotros mismos creamos, creaciones mediante las cuales el ser humano ha transgredido muchas reglas, y eso, en última instancia, como muy bien sabían los griegos y nos recuerda Pérez-Reverte, no se puede hacer con impunidad. No me parece nada casual que esta palabra, hybris, resulte prácticamente desconocida hoy día, a pesar de ser el origen de la palabra híbrido (que se puede decir de todo lo que es producto de elementos de distinta naturaleza y que en la antigüedad suponía por ello precisamente una afrenta a las leyes de la naturaleza) (...)"
En: “Sobre guerra e hybris en El pintor de batallas de Arturo Pérez-Reverte” de Alexis Grohmann, University of Edinburgh.
pág: http://www.dissiden ces.org/Elpintor debatallas. html

jueves, 21 de febrero de 2008

Tragedia y Mito Grecolatina


Amor Improbus Omnia Vincit: Sexualidad en la Antigüedad a través de sus textos. Verdades y mentiras del tema de moda
Por Leonor Silvestri Martes de 19-20:30
(Marzo y Abril)-
Librería Fedro. Carlos Calvo 578, www.fedro.com.ar

1) Teoría Trans en la antigüedad. Cuerpos obcecados Los casos mitológicos en Metamorfosis de Ovidio: el adivino Tiresias, el cambio de sexo de Ifis, la unión de Salmacis y Hermafrodito

2) ¿Existe la homosexualidad en la antigüedad? Orfeo y El Banquete de Platón

3) Cuerpos desobedientes: ¿Lesbianismo en la antigüedad? Ser mujer, amar mujeres en Grecia y Roma. Homoerotismo femenino: el modelo griego vs. el modelo latino vs el modelo contemporáneo: el poeta Marcial y Safo de Mileto.

4) La heterosexualidad como orden político. Cuántas violaciones tiene Metamorfosis: Tereo, Procne y Filomela; Apolo y Dafne; Pan y Siringe; Júpiter e Io, Europa, Semele.

Objetivos: Nos proponemos trabajar sobre el tema del mito como modelo interpretativo de una realidad y analizar ciertos mitos que nos permiten re-pensar nuestra vida cotidiana. Creemos que los mitos grecolatinos han sido “bastardeados” y utilizados para imponer maneras de ver y de pensar que excluyen a gran parte de nuestra comunidad, y por lo tanto pensamos nuestras lecturas como una manera de desmitificar las interpretaciones canónicas de los mitos, en manos de los sectores menos populares, y resignificarlos para que tengan un alcance general. Para todo ello, abordaremos las teorías queer para hablar y desacralizar los cuerpos desde la antigüedad a nuestros días. Los mitos grecolatinos, que tienen como pregunta fundamental qué es el ser y cómo funciona, son de fundamental importancia para aquellas escenas, que como la nuestra, están en búsqueda permanente de una identidad y una conciencia.

Informes e inscripción: leonorsilvestri@yahoo.com

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4 Identidades Femeninas en la Tragedia Griega.

Librería El Gualeguay Pacheco 2251 A metros de Olazabal


Este curso pretende ofrecer un acercamiento crítico moderno a la tragedia ateniense a partir de 3 de sus más famosas heroínas Medea, Antífona, Clitemnestra. Trabajaremos especialmente sobre el teatro y la ciudad de Atenas; la tragedia como institución de la vida civil de Atenas del siglo V, el teatro como proceso de la vida civil, el rol de las mujeres desde Atenas hasta hoy.

El itinerario de textos que proponemos es el siguiente:

Antígona de Sófocles. La disputa por el poder.

Medea de Eurípides y Séneca. Mucho más que la filicida.

Ifigenia en Aulis de Eurípides. El sacrificio de la hija.

Clitemnestra en Agamenón de Esquilo. La venganza.

Cada tragedia será abordada en 8 clases de 1.5 h cada una. Los textos serán comentados y trabajados en clase a partir de diferentes enfoques, priorizando el sociológico y el literario.

No es necesario tener ningún conocimiento previo. El curso es de divulgación de la literatura grecolatina en su forma literaria.

El arancel del curso es de $ 60 por mes. Informes: leonorsilvestri@yahoo.com

http://todonuevobajoelsol.blogspot.com SÁBADOS A LAS 15 HS.

miércoles, 12 de diciembre de 2007

Placer texto-visual en los mitos de violación





¿Por qué sentimos placer al leer las representaciones textuales de los mitos antiguos que trabajan sobre el placer de la violencia física? ¿Por qué desde la antigüedad hasta nuestros días la sexualidad y la violencia están tan fuertemente conectadas y representadas juntas tanto en el cine como en la literatura? ¿Por qué parece haber un nexo indisoluble entre la violencia/sexualidad y el género de los participantes? Utilizamos la categoría de género por tratarse de una construcción social o cultural que, a través de un sistema de premios, castigos y representaciones, señala conductas y pautas de comportamiento por los sexos biológicos. El género permite ver como todo lo que asumimos como femenino y/o masculino son construcciones culturales impuestas a través de los estereotipos que se naturalizan a partir de la creencia en esencias y universales de los cuales las representaciones simbólicas son juez y parte.
Como todos sabemos, una de las funciones del mito radica en su poder de naturalizar todo lo que toca con un halo de inocencia universal pre-construida que nos hace aceptar irreflexivamente su prepotencia narratológica sin mayor análisis más que la violencia de su cuento, perfecta arma de manipulación de los espacios ideológicos. El mito no se encuentra volando en el mundo de las ideas de Platón, sino que, por el contrario, su aparición es concreta en los textos literarios antiguos y las obras de arte a los que uno debe remitirse si ha de trabajar con el mito, puesto que no existe tal cosa como el mito en estado puro. En este sentido, en el libro Metamorfosis del poeta latino Ovidio (fines del siglo I a. C), especie de compendio poético de la mitología hasta ese momento, brinda una rica base de alrededor de más de 50 violaciones o intentos de violación que las traducciones y los análisis críticos oscurecen con eufemismos que manifiestan los prejuicios de género de aquéllos que escriben.
Los textos son inseparables de sus culturas, como así también lo son las representaciones de los mitos o mythopoiesis. Importa saber que Ovidio tuvo un contexto de producción y que fue un poeta muy popular, sin duda una parte fundamental e importantísima del canon latino, entendiendo como canon un sector del sistema social que crea y monopoliza los mitos. Él fue el último de los grandes poetas agustales, que sobrevivió a sus contemporáneos y escribió prolíficamente. El tema de las violaciones desempeña un papel muy importante en el trabajo de Ovidio. Asimismo, casi todos los mitos que llegan a nuestra actualidad han pasado por el filtro del corpus mitológico ovidiano y su interpretación representativa, o sea, junto con los trágicos, este poeta es para la modernidad el gran “aleph” de los mitos y todas las lecturas modernas derivan de cómo él los contó. Más aun, la violación aparece desde el primer libro de Metamorfosis, después del caos y la creación del mundo, lo cual muestra claramente cómo los romanos conferían gran importancia al tema y quizás como valor constitutivo de la raza humana, naturalizando la aparición de estos crímenes aberrantes en su forma mitológica. Partimos de la base de que la mitología y su representación literaria en ningún caso muestra la realidad cual mimesis fiel y fotografía, sino más bien transmite valores e ideas que son caras a los receptores del texto. Los romanos fueron entrenados con espectáculos sádicos en los juegos de gladiadores y el placer de ver el dolor que se le inflinge a los otros es una característica de su sociedad. El romano promedio había visto a modo de espectáculo escenas con las que Sade sólo había podido soñar y/o concebir en su imaginación. Sabemos que un gran número de personas iban a las representaciones teatrales y los juegos con animales salvajes donde había shows con las escenas de sexo de la mitología griega, incluso muertes en vivo de seres humanos, al estilo de nuestras snaffs ; los poderosos podían llegar a tener espectáculos de ese estilo en sus casas como las apariciones de performers, strippers, shows de sadomasoquismo y “fiestas privadas” en la actualidad , tan conectados a casos dramáticos irresueltos como el crimen de María Soledad Morales. En cuanto a las violaciones “reales”, la mujer también podía ser castigada puesto que para los romanos la víctima era culpable. El emperador Constantino es explícito acerca de la distinción entre la mujer que opuso resistencia y la que no. Si no opuso resistencia se consideraba que deseaba el hecho y su castigo podía ser la muerte. Si oponía resistencia era igualmente castigada porque la mujer violada debería haber gritado para atraer a los vecinos en su ayuda. La legendaria Lucrecia de acuerdo a la historia de Tito Livio, violada por Tarquino ante sus amenaza de que la mataría, se mata porque técnicamente para el código romano ella se había convertido en adultera.
Siguiendo esta línea de análisis podríamos pensar los ejemplos míticos ovidianos como pornografía sádica adornada con la dignidad épica del hexámetro (el metro de la “alta”poesía épica) en el que está escrita la obra. Definimos pornográfico como aquello que convierte a los seres vivos en objetos, objetos de placer representativo y objetos de placer de otros personajes. El estilo y la belleza de la narración es funcional a la digestión y absorción del contenido por parte del lector y dirige (ancla) el sentido y la libertad interpretativa de quien lo consume, por ejemplo: la tragedia es para llorar, la comedia para reír, ¿y la pornografía hard y soft, para qué es? No hay una solución simple a los problemas que plantea una audiencia que gusta de la violencia hacia la mujer combinada con sexo, que incluso llega a nuestros días como por ejemplo en el film Irreversible del director franco argentino Noé, o el ya más naif 9 Semanas y Media de Lyne. Comparatisticamente, desde las representaciones literarias ovidianas hasta nuestros días, las escenas de violación y vejaciones de las mujeres son emprendidas bajo el falso velo de la obra de arte de calidad, expresado bajo la trillada frase “una producción muy cuidada” que las modelos argentinas repiten cada vez que tiene que hablar de sus desnudos en publicaciones porno soft que encubren la prostitución que implica quitarse la ropa por dinero y que tiene su puesta en acto en la actitud popular de la premisa “relájate y goza” que puebla el imaginario del momento de la violación. Es quizás el poder implícito e “indiscutible” de los varones sobre el cuerpo de las mujeres que surge del consenso sobre la prohibición al incesto como fundacional de la civilización, en los términos de Levi- Strauss, donde las mujeres se convierten en objeto de intercambio entre los varones para no cometer incesto entre miembros del clan familiar lo que marque el comienzo antropológico de la violencia sobre la mujer como posible narración susceptible de producir algún placer literario. Por supuesto, está prohibición establece un tabú anterior que nunca es mencionado, o sea el tabú a la homosexualidad, puesto que las relaciones incestuosas son entre sujetos de sexos opuestos. Lo que estamos tratando de decir es que la evidencia indica que una sociedad donde la violencia está embellecida es el producto del patriarcado.
Como dijimos antes, podemos trazar una línea que una los ejemplos modernos que el cine propone sobre la violencia contra la mujer y la representación literaria antigua. De acuerdo con el cine más comercial las mujeres son infelices porque su libertad es excesiva: su liberación les había negado el casamiento y la maternidad. En el anonimato de una sala a oscuras, los espectadores varones podían entrar en un estado de sueño en el que era permisible expresar arraigados resentimientos y temores acerca de las mujeres. Los esfuerzos por silenciar la voz femenina en los films comerciales o que han obtenido éxito comercial han sido su característica principal y más destacada, que se repite en los ejemplos de violación que nos propone Ovido, según veremos. En 9 semanas y media, una profesional soltera y autónoma se convierte en una esclava del amor de un corredor de Bolsa sádico que le da órdenes tales como “No hables”. Esta película, que narra la historia aterradora de sujeción, violencia sexual y psicológica, fue vendida y consumida como una “película erótica” y es en ese estante de su video club amigo donde se la encontrará. El problema entonces no sería, como suponen algunas militantes mexicanas feministas acerca de la novela de García Márquez, Memorias de mis putas tristes que narra una historia de sexo entre un varón de 90 años y una prostituta de 14, quitar de circulación tal o cual historia sino colocarla en otro lugar, esa historia no es una historia de amor entre dos sujetos, del mismo modo que la relación entre los personajes de 9 semanas y media no es erótica, en tanto sólo una sociedad trastornada puede excitarse sexualmente ante la imagen de una mujer- otrora independiente y autónoma- gateando ante un varón que le arroja dinero al rostro como calentamiento previo al acto sexual o que le tabica los ojos y la lleva, sin su consentimiento y sin saber ella adónde está siendo llevada, a un sucio hotel para tener una especie de menage d´ a trois con una prostituta que porta todos los clisé de lo que horroriza al status quo: es negra, es callejera, es barata. La película de Lyne es una versión edulcorada de la descripción del sadomasoquismo y su consumo como película erótica cancela el debate sobre las diferentes posiciones de la mujer en las prácticas sexuales heterosexuales sino también habilita su aceptación sin cuestionamiento por parte de ambos sexos. En cuanto a la película de Noé, Irreversible, estamos ante una experiencia aun más traumática y gratuita que 9 semanas y media por su capacidad “demoníaca” de hacernos sentir que esas cosas están pasando en vivo y en directo, intención en relación directa con el consumo de snafs pseudo-legales tal como dijimos antes. La película del franco-argentino Noé intenta pertenecer a una tradición francesa de cineastas malditos como Les Amants du Pont Neuf (1991) de Léos Carax o L’Age d’Or (1930) de Luis Buñuel. Sin embargo, Irreversible, con sus homosexuales que se encuentran en una disco llamada Rectum, drogadictos, travestis, prostitutas y toda clase de aquellos que son considerados marginales, masturbándose delante de cámara, cogiéndose y dejándose coger por todos y a la vista de todos, violando y golpeando brutalmente a mujeres en especial- embarazadas, como se entera el espectador a posteriori - pero no solamente, es tan ostensiblemente políticamente incorrecta que es imposible no percatarse del sesgo comercial de ese gesto delirante que nada tiene que ver con sus supuestos predecesores franceses. El efecto de realidad de las escenas de violación y de violencia contrasta con la hiperbólica acumulación de lugares comunes de los discursos de derecha sobre las mujeres, los homosexuales, las travestis y las prostitutas. Nadie, o casi, podría haber sido tan explícitamente fascista, lo cual torna el discurso subyacente de la película irreal e increíble en el sentido más etimológico del término. La violación está condimentada con falsos comentarios sociales y contestatarios en boca del criminal del tipo “¿Cerda burguesa, pensás que tenés el mundo a tus pies por que sos bella?” aunque no haya nada que nos haga pensar que la protagonista es adinerada sobretodo si nos atenemos a su atuendo, un “vestidito” que podría ser comparado a un camisolín de seda y lycra que no hace más que reforzar la idea patriarcal de que por salir así se tenía merecido que la violaran, según parece implicarse de la película. El film de Noé está contado de atrás para delante; si uno sobrevive a la violencia gráfica que hace “real” la más violenta golpiza y violación de una mujer que el cine jamás haya imaginado gracias a los mismos recursos técnicos de películas de ciencia ficción, la historia terminará (y esto me lo han contado, porque he tenido que retirarme de la sala ante las arcadas que sobrevinieron durante la violación y
destrucción en cámara del cuerpo- especialmente el rostro- de la actriz), con una escena “erótica”, plagada de desnudos y agua, entre los dos protagonistas Mónica Bellucci, no por nada elegida para este film por su extraordinaria belleza natural que permite la tolerancia de las escenas de violencia , y su marido en la vida real, Vicent Cassel.
Ahora pasemos a los ejemplos míticos latinos sobre la estética erótica de la violación en el corpus ovidiano son vastos e incluso metapoéticos o recursivos: el tapiz de Aracne en concurso contra Palas Atenea sólo representa los momentos en los que los dioses violan a las mortales (Met. VI). Sólo por tomar los ejemplos que aparecen en el libro I, mencionemos tres personajes, a saber: Io, Dafne y Siringe:
1. El personaje de Io (Met. I vv 583-ss.) sufre una mutación y degradación en su status biológico puesto que es convertida en novilla luego de ser violada por Zeuz para ocultar su crimen a los ojos de su severa esposa Hera. A su sufrimiento físico y psicológico es sumada la pérdida de la voz, arquetípico en todos los casos de violación en Ovidio. La nueva apariencia expresa la humillación de su violación e incluso llega a horrorizarla y a huir de su propio reflejo.
2. El personaje de Dafne (Met. I vv 482- 582), la ninfa perseguida por Apolo, es uno de los más conocidos y es la primera violación después del diluvio. Ella presenta la triste alternativa a no dejarse violar según el modelo mítico: Dafne comienza como una ninfa y termina con un cambio de forma en laurel que implica un descenso total equivalente a la muerte, puesto que no sólo pierde su figura humana, sino también su psiquis, su voz y cualquiera de sus anteriores características humanas. No contento con eso, Apolo le dice a Dafne ya laurel “Puesto que eres mía, serás mi árbol” (Met I.556-58), viva o muerta da lo mismo, Dafne es del dios.
3. El personaje de Dafne tiene a otra ninfa, Siringe (Met. I vv 689- 712), como contrapartida especular. Este relato está incluido en el de Io por boca de Hermes que le cuenta la historia de esta violación al monstruo Argo, quien de manera increíble se queda placidamente dormido al escuchar una narración tal, y así Hermes puede rescatar a Io de su custodia. Se plantea entonces el tema de la violación dentro de la violación y su poder soporífero. Siringe también escapa al furor del dios Pan y termina convertida en un cálamo. Siringe, como Dafne, a pesar de sus esfuerzos y su sacrificio para evitar la posesión física, es apropiada por el dios que la convierte en atributo para sí, la flauta de Pan, con lo cual la captación siempre se completa.
En el libro VI de Metamorfosis (vv 424-674) aparece el mito de Procne, Filomela y Tereo, ejemplo mítico de violencia familiar, paradigmático en el corpus ovidiano por la plenitud y la manera explícita en la que se narra la crueldad hacia el cuerpo de la víctima, Filomela, que en alianza con su hermana, Procne sólo encontrará como recurso para combatir el poder del varón elementos claves dentro del androcentrismo: el telar y el filicidio. Filomela, hermana de Procne y cuñada de Tereo es llevada a ver a su hermana que pide por ella, pero al llegar a destino es violada por Tereo quien le corta la lengua con su espada y la encierra en lo profundo del bosque para seguir violándola por espacio de un año. Tereo finge delante de Procne que Filomela ha muerto en la travesía por mar. Este mito también retoma el tema del relato dentro del relato y el placer de la narración de estos crímenes que aparecía en Hermes y su historia de Siringe y plantea la pregunta de a partir de qué estado de la subjetividad se genera la escritura y qué imágenes cautivan tanto al que las cuenta como al que las lee puesto que Filomela le contará a su hermana Procne a través de un tejido cómo el marido de ésta la ha violado y le ha arrancado la lengua. Filomela logra hacer uso de los recursos escasos de su situación de sojuzgamiento para contar su historia, borda la violación en un código que le permite ser descifrada sólo por su hermana. Ella utiliza el símbolo de la retención femenina para ser salvada por Procne del encierro y la esclavitud sexual a la que era sometida. La escritura en este caso surge de las zonas más desoladas de la subjetividad, una necesidad enunciativa en el caso de la mujer que cuenta su violación, o sea el reemplazo que opera la escritura de algo que es oralmente impronunciable para ella. La pérdida de la voz en los mitos de violación es un símbolo de la animalización en la que el acto sume a la víctima y la incapacidad de contar en voz alta su historia, que sólo podrá ser contada en una tela o en la proto-escritura de Io con su pezuña en la arena, es un símbolo de cómo la violación nunca puede ser dicha ni nombrada por la mujer porque es tabú. La violación que se muestra en el texto tiene por objetivo degradar y controlar a la víctima, volverla un animal, poco más que una herramienta animada para el placer sexual del varón y de los lectores. De hecho, es parte del placer textual conocer la desesperación de las víctimas por la anomia. La silenciación de Filomela a partir de la mutilación de la lengua, órgano de la palabra, enfrenta paradójicamente el exceso con la privación. De algún modo, la narración, obligada al silencio por la terrible mutilación de la lengua, debe encontrar otro modo de contar semejantes horrores. Deberíamos pensar cuántos casos de violación derivan en la actualidad en crímenes, como derivará en este caso mítico, ante la incapacidad de la mujer de contar su violación a una sociedad que le niega la palabra como dominio exclusivo del varón . El recurso del tejido es la manera de salvaguardar una palabra que no quiere extinguirse y que queda unida a un deseo de venganza. La doble función del tejido, por un lado, reproducción de un dolor impronunciable y, por otro, mensaje que transmite la exigencia de ser leído y entendido, encierra justamente la contradicción entre la violencia y el placer del texto: el placer en la violencia y el placer en la poesía que recrea esa violencia, problema para el cual no habría una solución simple. La feminidad es necesariamente silenciosa, a las mujeres se les enseña a no gritar, a callar, a ser sensuales, a ser hermosas para los ojos y la mirada de los varones; los ejemplos míticos en Ovidio sólo llevan estas premisas al extremo. El enceguecimiento de Tereo surge a partir del deseo que tiene su origen en un acto visual de contemplación de la belleza de Filomela. La mirada masculina sobre el cuerpo de la mujer es equivalente a la violación y la scopofilia da forma a la belleza del cuerpo en términos de objeto para ser tomado. La conciencia del texto del miedo de la víctima en todos los casos enfatiza cuán visualmente atractiva la huida de la mujer se construye en el texto. El uso de la violencia ocupa el lugar de la penetración y el miedo es el hecho que artísticamente es utilizado para crear un texto hermoso que nos hace sentir empatía por la víctima pero que también logra que no corramos la mirada, que sigamos leyendo y que luego hablemos acerca de él con la misma terminología, si no tenemos una lectura consciente y activa (o si directamente no tenemos una lectura, como suele ocurrir con los mitos que son leídos en diccionarios de mitología en el moer de los casos). Está scopofilia se ve duplicada en el placer textual y sádico que recibe el lector frente a los detalles de configuración de efecto realista de la mutilación de la lengua de Filomela y de la descripción del cuerpo femenino antes, durante y después de la violación, equivalentes en cierta medida a la filmación en tiempo real de las escenas de violación de los films antes mencionados de Noé y de Lyne; las marcas textuales de la violación son el equivalente de este desagradable placer fílmico/visual. A la violación de los lazos entre marido y mujer y entre hermanas responde la violación de los lazos entre madre e hijo, entre padre e hijo; al incesto le responden las hermanas con el infanticidio y el canibalismo puesto que Procne y Filomela matarán al hijo de la primera y lo cocinarán para que lo coma Tereo. Así, él texto sigue ejerciendo una violencia placer sobre el lector y las mujeres que deben, para vengarse renunciar a la experiencia de la maternidad.
Tras la violación, Filomela es comparada a una cordera atacada por un lobo y con una paloma herida por un ave de rapiña (vv 527-530): ‘Tiembla ella como una atemorizada cordera, que tras escaparse herida de la boca del lobo de gris pelaje, todavía no se considera segura y, como una paloma con las plumas humedecidas con su propia sangre se estremece todavía y teme las ávidas garras en las que había estado presa’. El proceso de animalización finaliza en la metamorfosis final en pájaro de las hermanas y del victimario, hecho que puede ser leído como igualación de la víctima y del victimario en un intento por ocultar la no discriminación entre grados de culpabilidad, es decir, no generar juicios de valor. El sufrimiento llevado a sus límites extremos culmina con la destrucción de lo humano simbolizada por la metamorfosis animal. Estas dos hermanas, desposeídas de su forma humana son privadas por completo del lenguaje al ser transformadas en pájaros. Desde ese momento sólo dejan escuchar un canto, un grito sin palabra. Sin embargo, Procne, transformada en ruiseñor, conserva ciertos rasgos humanos en su canto de dolor. En cambio Filomela, la golondrina, a la que se le arrancó la lengua para que no pueda contar la violación de la que ha sido víctima, pierde, a raíz del dolor extremo, la eufonía. Sólo deja oír un grito de ruptura, estridente y disonante. El exceso de sufrimiento lleva entonces a la desfiguración (vv 670- 675): “Pensarías que los cuerpos de las Cecrópides están colgados provistos de alas. Una de ellas se dirige a los bosques, la otra se encarama a los tejados; y todavía no se han ido de su pecho las marcas de la matanza y la pluma está marcada con sangre. El, raudo por su dolor y por el ansia de castigar, se convierte en un ave que tiene un penacho en la punta de su cabeza, un pico se prolonga exageradamente en lugar de la larga lanza, el nombre del pájaro es abubilla, parece una figura armada”.
A lo largo de todo el texto Ovidio juega, a partir de sus intervenciones directas, con un distanciamiento sobre los acontecimientos trágicos que se desarrollan. Dichas intervenciones marcan el lugar donde el texto se escribe, su lugar de enunciación, es decir, el que desenmascara el enceguecimiento de la pasión pero produce placer textual y erotismo a partir del relato de los crímenes hacia la mujer. El lugar de la violación en los textos ovidianos sobre mitología es donde el placer y la violencia hacia la mujer se unen. El miedo es hermoso y la violencia sobre el cuerpo (que puede darse metafóricamente bajo la forma de la invasión de la mirada del varón sobre la mujer) es equivalente a la violación.
Los modelos de victimización establecidos pueden incorporan como contraparte el deseo de las mujeres en vez de suprimirlo, pero lo hacen sólo dentro de los modelos de competencia familiar y las fantasías masculinas para los que cualquier deseo es una irrupción en la propia autonomía y debe ser sometido a las pretensiones de control de los varones de las cuales el intercambio entre su padre y Tereo de las hermanas es tan sólo un ejemplo. El pornógrafo sólo le da voz a la mujer para que el efecto de hacerla callar sea más vivido, más duro. Pero el problema de la violencia de la sexualidad no es únicamente un problema de género sino también de jerarquías dentro de la cual la violencia es un derecho y su control es el control de la libertad de los demás. La violencia es un poder y la sexualidad es el dispositivo mediante el cual se vehiculiza ese poder y su violencia. Estos relatos, la pornografía toda, es un terrible ejemplo de cómo la no-represión no implica la liberación de nadie, sino su contrario. La mujer y su cuerpo no puede seguir siendo el espacio de la violencia, nada puede seguir siéndolo.


Bibliografía General
De Gasparini, M. Violencia Familiar. Editorial Universitaria de Misiones. Argentina.2001.
De Jong I & Sullivan JP. (eds). Modern Critical Theory and Classical Literature. Brill. New York. 1994
Faludi, S. La guerra no declarada contra la mujer moderna. Planeta. Argentina.1992.
Foucault, M. The History of Sexuality Vol I. vintage Books. New York. 1990.
Hardie, Ph. (ed) The Cambridge Companion to Ovid. CUP. Cambridge. 2002. Ovide. Les Métamorphoses, Texte établi et traduit par G. Lafaye. Paris. Les Belles Lettres. 1994. (Tomo I), 1995 (Tomo II), 1991 (Tomo III).
Pomeroy. Sarah. Goddesses, Whores, Wives, and Slaves. Women in Classical AntiquityNew York. Schocken Books. 1995.
Peradotto J.& Sullivan J.P. (eds). Women in the Ancient World. New York. NYU Press. 1984.
Richlin A. Pornography and Representation in Greece and Rome. UK. OUP. 1992.
Winkler, J. Las Coacciones del Deseo. Manantial. Buenos Aires. 2002.

jueves, 22 de noviembre de 2007

Mitos de amor de mujer de muerte


Filis
Llueve afuera. ¿Acaso hay algo más clisé, más doloroso que la lluvia, afuera? Llueve afuera-insisto. Filis demencial no parece percatarse, se protege con la cofia y el paragüitas griego. Caminaste, Filis, 9 veces, ese camino, de ida y de vuelta, de memoria, 9 meses, 9 rutas, 9 veces, del puerto a la ciudad de la ciudad al puerto. ¿Acamante? No vendrá, Filis, no vendrá por la ruta del almendro. Llueve afuera, Filis, se ahorca de la rama más alta, más fuerte de ese almendro en el que se transformó. Afuera llueve, desgarradoramente, nada más triste que esta lluvia y Filis suicida. Una cajita ¡No la abras! Dañarte puede esa cajita qué tiene adentro ¡Acamante, te olvidaste del amor, de Filis, del almendro, de la cajita, de volver, de tu promesa? Llueve, el piso duro, golpeado, afuera.

Ariadna
Ninguna mujer confíe nunca en el juramente de un varón, no nunca, ninguna mujer confíe. Ninguna espere que las palabras de su varón sean fieles, sean verdaderas. Que mi castigo sea sacrificio para que todas aprendamos.
El deseo estuvo allí, servido, y era eso, exactamente. El deseo, el torbellino, de la muerte, embustero, el deseo en el momento supremo, y fue exactamente eso. Ah, el amor, que entró. ¿Seré entregada a las fieras? ¿Ni muerta habrá una mano hermana en esta isla párama que me cubra ni con un puñado de tierra? Dejo escapar agudos alaridos al oleaje. El vestido recogido, obscenidad cruel del desparpajo, el pie desnudo obsceno también, la pierna entristecida desgarrada. La cinta no sujeta tus cabellos, hermosa, Ariadna, el fino tejido, roto, el pecho, el suyo, ligero, su pezón de leche cálida, su tetilla tibia de animal de granja, revolotea todo por los aires agitado, pendiente de vos, Teseo. La ropa caída sobre las algas de la salobre playa con sus ojitos degollados, ganado errante, perdida en el corazón. Y vos, y vos, Teseo, ni miraste atrás, como Orfeo. Golpean tus remos, golpean las aguas, golpean a Ariadna, sola en la isla, a la intemperie , sobre la arena en la playa.

Medea
Parida, ya está parida la venganza. Yo la parí, la venganza, las quejas, las palabras, de pie vertical, la paría, como paren las mujeres, sin varones, sin ayuda. Del mismo modo que fui tras él, del mismo modo me abandonará: regaremos el camino con sangre. ¡Que viva y recuerde lo que le he entregado! Hacia allí vas, hacia la pena. ¿La pena? Sí, nodriza, que pase, Jasón la está aguardando, la pena inconmensurable. Mi honra, sí, también, volverá, mi virginidad perdida, está invitada, no hay vergüenza, no hay mora. Muestra la herida y lo tenemos. ¿Los niños? Que perezcan no son míos, que sucumban libres de nuestros delitos y de la culpa, ay la culpa, siempre, inocentes, lo confieso. No vacilo, no hay lágrimas, no hay reproches. ¡Vuelve a mí, virginidad robada, a mi cuerpo! Un día de fiesta y de boda. El placer, me toma, me captura entera y me penetra, aumenta y se agranda. ¿Te olvidarás de nosotros? No, nunca nos olvidarás. Mi mirada caerá sobre vos, mis ojos que embrujan a los niños, mi pupila fija en vos, los ojos blancos, ciegos bien abiertos. Quiero mirar, quiero verte mientras ocurre el milagro.

Psique
La noche toma control. Las velas vuelan en la casa encantada todo vuela. Una mujer, la sombra la eleva. La muselina amarilla del vestido nube. Cierro los ojos y vuela en su escoba. El día se desliza hacia fuera, hacia la lluvia, lo barro, dentro la noche, hacia la noche, hacia afuera, la escoba, la muselina, los gatos y las velas. No es verdad, irreal, es el amor, el amor es actuar, es noche. Sueños gatunos, almizcleros, tornan la realidad gatuna, alada solo de noche, de día, la soledad. Los gemidos, aúllan como niños, como gatos. Aquí, el lecho, el rumrum del silencio, del jadeo, la escena empieza a ser hilada. La estrella de la cuenca bien dentro mío. Prenderé la lámpara que se hará añicos, quemaré tu alita dulce emplumada, ala de mariposa de noche con aceite hirviendo. Me pincharé el pulgar con tu flecha, con tu rueca, con una flecha. La gota, la sangre, salpicada nuestra cama. Y ni un triste pedacito para mí, sólo para mí. Dormir, soñar, soñar, dormir, por siempre jamás.


Glosario Mitológico


Filis: enamorada de Acamente que fue acogido en Tracia por el rey, su padre, tras ser arrojado por las olas allí. Él le prometió casarse, y le dijo que tenía que volver a Atenas antes. Ella le dio una cajita y le pidió que no la abra nunca. Acamante no volvió en fecha y Filis anduvo 9 veces el camino de la ciudad al puerto y luego se ahorcó. Él se estableció en Creta con otra mujer y abrió el cajita el día que Filis se suicidaba. De allí salió un espectro que asustó a su caballo y lo tiró de la silla matándolo.


Ariadna: princesa, hermana de Minotauro, ayudó a Teseo, a quien amaba, a matarlo contra la voluntad de su padre, el rey de Creta, Minos. Luego abandonó su patria por amor y se fue con Teseo. Este la abandonó en la isla de Naxos, que estaba desierta, mientras ella dormía.
Medea: princesa de la Cólquide se enamora de Jasón que viene a robarle a su padre el vellocino de oro. Medea lo ayuda con su magia y escapan juntos a Grecia. Ella mata a su hermano pequeño en la huída para demorar a su padre. Jasón se casa con ella y tienen dos hijos pero la repudiará para casarse con una mujer más joven, princesa Corinto. Jasón le niega a Medea, que se debe ir desterrada, llevarse a sus hijos, aun sabiendo que tendrá otros con su nueva mujer griega y que los primeros se convertirán, según las leyes, en bastardos sin derechos. Medea, entonces, los mata.


Psique: más hermosa que Venus. Cupido se la llevará a su palacio donde vive sola de día rodeada de criados invisibles. De noche, él la visita, a oscuras sin revelarle su origen. Psique tiene prohibido prender la lámpara y verle la cara. Una noche, transgrede la prohibición porque sus hermanas envidiosas le han dicho que su marido es una serpiente. Entonces al ver quien era su amante, la torpe Psique se pincha el dedo con una de las flechas mágicas de Cupido quedando enamorada. Cupido escapará y Psique deberá cumplir con una serie de tareas imposibles para reconquistarlo. Esta historia da origen a los cuentos La Bella y la Bestia y Cenicienta en su versión original.

Bibliografía obligatoria
Medea de Séneca
El asno de Oro de Apuleyo
Poema 64 de Catulo
Cartas de las heroínas de Ovidio




humilde homenaje a Marosa